
Ejercicios espirituales día 3
La tercera decisión a meditar es: mirar el temor o el amor.
Cuando mires el espejo, observa en el fondo de tu mirada y pregúntale a tu conciencia donde y como está buscando el Ánimo que anima tu espíritu. Cuando camines observa, ¿tu conciencia mira hacia la tierra? O bien, tu visión está en el horizonte que une la tierra y el cielo.
El egoísmo tiene la cabeza baja y no deja de contemplar el gozo del cielo transformando la tierra. Tal vez, has olvidado que los frutos del Espíritu Santo están presentes en tu existencia y vienen desde el cielo y tienen raíces en la profundidad de tu espíritu.
El egoísmo te muestra una vida centrada en ti. Las demandas que haces, se centran en aquello que afecta tus intereses y derechos. La ley parece el sostén de tu tranquilidad. El perdón de quién mira con la cabeza baja significa: “si yo concedo un beneficio al otro, el otro me debe un favor”. “Perdono, pero no olvido”… se mantiene la esclavitud sobre la ofensa y la deuda.
El amor es el origen, camino y destino del hombre. Somos una semilla de amor encarnada en esta tierra para dar frutos y transformarla con semillas de amor. El temor, en cualquiera de sus formas, es la negación del amor. Es una percepción de la conciencia aprendida y justificada por la mente, las emociones y aún el dolor físico en las experiencias, que alimentamos constantemente con los juicios y las condenas. Pero en realidad el Amor anima la vida y el temor termina por aniquilarla en nuestra conciencia. El temor que aprendimos por experiencia podemos transformarla con la mirada del amor, dejando de juzgar y condenar.
El perdón y la compasión son las expresiones del amor que transforman el temor. Además, el temor es pasajero, a diferencia del amor, que es permanente. Siempre tenemos la oportunidad de mirarnos en el amor, principalmente en el amor de Dios que está sobre todas las cosas, incluso el temor. Siempre tendremos la oportunidad de mirar el amor que nos entrega Dios a todos nuestros prójimos y a nosotros mismos. …
(Juan 17, 25:26) “Oh Padre justo, aunque el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y estos han conocido que tú me enviaste. Yo les he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo en ellos.”
El pasajero temor podemos bajarlo de nuestras vidas con el Amor.