
Muchas veces tu y yo nos preguntamos por qué si comenzamos un camino de conversión, nos suceden tantas cosas que nos hacen daño y cuestionamos el por qué Dios permite que sucedan todas esas tormentas en nuestra vida que terminan generándonos heridas que incluso creemos imposibles de sanar. Pero son esos momentos de tormentas los que debemos valorar, porque es allí donde Dios nos dirige y nos da herramientas para la cosecha, para sanar esas heridas desde el amor que solo Él sabe dar; la tormenta es el proceso que Dios permite para entrenarnos para lo nuevo que el va a instaurarnos en el corazón, para esas nuevas bendiciones que quiere entregarnos; pero solo las recibiremos cuando estemos preparados para ellas, cuando soltamos y dejamos que Dios sea el que trabaje en nuestras heridas y haga todo nuevo.