
En este episodio, Jenny nos lleva de regreso a la casa donde su alma aprendió a sentir: un hogar humilde, lleno de voces, risas, música y humanidad. Entre memorias de sencillez, fragilidad y belleza, descubrimos cómo la infancia puede formarnos, herirnos y a la vez sostenernos. Un viaje íntimo que nos recuerda que incluso en lo simple, también habita la esperanza.