
A medida que se acercaba el día del concierto, me crecía un nudo en el estómago de la emoción. Por fin iba a presentar mi disco y era un sueño hecho realidad. Mi atención y mi concentración estaban tan dirigidas a ese momento que nada de lo que pasara en La Nave ni nada de lo que dijera Dalia podían derrumbarme.