<p>A principios de agosto de 1831, José Smith y otros élderes de la Iglesia se estaban preparando para regresar a Kirtland después de una breve visita a la “tierra de Sion” (<a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/59?lang=spa&id=p3#p3">Doctrina y Convenios 59:3</a>). El Señor quería que predicaran el Evangelio durante su viaje (véase <a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/52?lang=spa&id=p10#p10">Doctrina y Convenios 52:10</a>); y algunos de ellos lo hicieron con diligencia, pero otros tuvieron dudas. “Esconden el talento que les he dado”, dijo el Señor, “a causa del temor de los hombres” (<a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/60?lang=spa&id=p2#p2">Doctrina y Convenios 60:2</a>). Muchos de nosotros sabemos cómo se sentían esos élderes. Si bien amamos el Evangelio, el temor y la duda podrían impedirnos compartirlo, pero el Señor es misericordioso. Él “conoce las flaquezas del hombre y sabe cómo socorrer[nos]” (<a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/62?lang=spa&id=p1#p1">Doctrina y Convenios 62:1</a>). Dispersas en todas esas revelaciones dadas a los primeros misioneros, se encuentran palabras tranquilizadoras que nos pueden ayudar a superar nuestros temores y defectos: “Puedo haceros santos”. “… toda carne está en mi mano”. “…estoy siempre con los fieles”. Y “el que sea fiel y persevere, vencerá al mundo”. (<a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/60?lang=spa&id=p7#p7">Doctrina y Convenios 60:7</a>; <a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/61?lang=spa&id=p6#p6">61:6</a>; <a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/62?lang=spa&id=p9#p9">62:9</a>; <a href="https://www.churchofjesuschrist.org/study/scriptures/dc-testament/dc/63?lang=spa&id=p47#p47">63:47</a>).</p>