
El Señor esté con vosotros. Programación del Santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Juan. Junto a la cruz de Jesús estaba su Madre, la hermana de su madre, María, la de Creufás, y María, la macaleña. Y Jesús, al ver a su madre y cerca al discípulo que tanto amaba, dijo a su madre, «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Y luego dijo al discípulo, «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa, palabra del Señor. ¿Pueden sentaros? Antes de entrar de lleno en una pequeña catequesis sobre ese texto, quiero decir una cosa que es muy importante que la sepamos y que me pasó en Ecuador hace muy poco antes de volver a España. Es muy importante. Sabéis que hay quien dice que cuando se habla de los hermanos de Jesús, que María tuvo varios hijos. Los hermanos separados, casi todos creen que fue así. Porque, claro, ahí está la cosa, ¿no? Hermanos, pues puede decir primos o no. Entonces te meten la duda y hacen un daño enorme. Recuerdo que un par de meses, quizá no más, antes de volver a España, me dijo una catequista de padre, tengo un amigo que es judío y quiere bautizarse y quiere hablar con un sacerdote porque tiene algunas dudas. ¿Puede venir con usted? Yo le dije sí, que venga. Y vino este hombre. Un tipo muy abierto, transparente, veintitantos años, y me dijo, mira, se presentó, quisiera bautizarme, pero tengo una duda. Eso de los hermanos de Jesús, ¿cómo me lo explica? Porque es cierto que yo soy judío y sé que hermano significa todo el clan familiar, pero tampoco quiere decir que no. ¿Usted me da alguna respuesta? Yo nunca había tenido respuesta. Pero en ese momento Dios me iluminó. Es que Dios es así. Te ilumina en el momento preciso. Y dije, vamos a ver. Tú eres judío, ¿no? Claro, sí. Tú sabes muy bien. Hay una ley en el judío, en el judaísmo. Tiene que ver con lo que se llama levidad. Tiene que ver. Y es que cuando una mujer viuda... muere y no tiene hijos, un clan de la familia tiene la obligación de acogerlo en su casa. Y este fue el caso. Este buen hombre, que era muy honesto, me hizo así con la mano. Padre, no siga. Lo he entendido perfectamente. María tuvo solamente un hijo. Si hubiera tenido más, no le hubiera dicho, madre, ahí tienes a tu hijo. Dios actúa así. significa, Jorge? Para ti y vale para todos. Que María sea tu madre, significa que ella te va a llevar donde tú no quieres, que es al pie de la cruz. ¿Y por qué no quieres? Porque nadie quiere. Nadie quiere estar al pie de la cruz. Es contra nuestra naturaleza. Hasta tal punto nadie quiere, querido Jorge, que hasta el mismo Jesús en el huerto de los ríos dijo, Padre, si es posible que pase de mí este cambio. Pero, y ahí apareció la grandeza de la fe, la grandeza del Hijo de Dios y la grandeza inesorable de los discípulos de Jesús. No se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres. Lo que yo quiero en mi naturaleza es que me duele Me duele que me hieran, que me maltraten, que me desprecien, que me pisoteen. Todo eso es lo que está pasando aquí en el Huerto de los Olivos. Me hieren. Mi carne lo rechaza. Y mi sensibilidad también. Pero he venido en tu nombre para salvar a toda la humanidad. Eso es lo que tú quieres, ¿no? Aquí estoy, Señor. Aquí estoy. En el mismo contexto, salvando las distancias, encontramos a Juan al pie de la cruz. ¿Por qué no se dice que era Juan? ¿Alguien lo sabe? Qué malo que soy, qué malo que soy. Pero mal que Dios me quiere así. No aparece el nombre porque ese nombre lo tienes que poner tú. Qué bonito, ¿verdad? No aparece el nombre. El nombre lo pones tú, es tu nombre. Y aunque lo rechaces visceralmente, decimos aquí estoy. Igual que Jesús visceralmente lo rechazó. Que aparta de mí este cáliz, aparta de mí el calvario, lo dijo Jesús. Que nadie os engañe, lo dijo Jesús. Sólo que el amor fue más fuerte que su miedo. El amor al Padre, el amor a la humanidad, el amor a ti, el amor a Juan como discípulo amado, en ese momento hablamos de Juan.