
Hay días en los que no fluye nada. Ni una palabra, ni una idea. Y lo más fácil es culpar a la famosa “inspiración” por su ausencia.
Hoy te hablo de la inspiración menos como como rayo divino y más como consecuencia del hábito, de la práctica, del sentarse a escribir incluso cuando no hay ganas.
Porque sí, la inspiración existe… pero suele aparecer cuando ya estás con las manos en la masa.