
Vivimos en esta sociedad del ruido, en la cual los momentos de silencio y de introspección son escasos.
Muchos le temen al silencio y por eso se bombardean de estímulos todo el tiempo, esos momentos de parar la marcha y sentarse al costado del camino a ver cómo el arroyo desbordado pasa, son los momentos en los cuales podemos encontrar las respuestas que estamos buscando y que no están en un libro, ni en el gurú de turno, sino que están dentro de nosotros, tan cerquita que por eso no las vemos.
No dejes que otros te manejen, te digan qué tenés que hacer, pensar, decir, hasta soñar… No dejes que te dicten qué tenés que introducir en tu cuerpo o cómo tenés que comportarte para ser bien recibido por “la masa”.