
Domingo XXXIV del Tiempo Ordinario.
En esta Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, contemplamos un reinado que el mundo no comprende: un Rey que no se impone, sino que ama hasta el extremo; que no domina, sino que libera; que no baja de la cruz, sino que abre el Paraíso.
En esta reflexión meditamos las palabras de Jesús al Buen Ladrón, primicia de todos los que un día gozarán la plenitud de Dios: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Que también nosotros dejemos que Cristo reine en lo profundo del corazón.