
En Salamanca me confesaba con un fraile de Santo Domingo en el convento de San Esteban; que me dijo un día que los padres de la casa querían hablar con nosotros. Y así el domingo llegué con Calixto. Después de comer, el Subprior, en ausencia del Prior, con el confesor, se fueron con nosotros a una capilla, y el Subprior, comenzó que sabía que andábamos predicando como los apóstoles, y que les gustaría saber más en detalle de esas cosas. Así comenzó a preguntar qué es lo que habíamos estudiado y que predicábamos.