
Lo más abracadabrante es que encima hemos pagado nosotros, los sufridos contribuyentes españoles, los billetes de avión de estos zánganos. Eso y el millón que costó la ocurrencia de despachar una patrullera a hacer el paripé, además de otros gastos. Hay que agradecerle a Israel que nos los ha devuelto duchados, peinados y con una indumentaria impoluta, de esa que se ponen los canteros para lavar el coche.