
Ser luz en el mundo. No es una consigna para los fuertes, ni una etiqueta para los que destacan. Es una invitación silenciosa, íntima, radical. Porque hay días en los que todo parece apagarse: la esperanza, la fe, la dirección. Días en los que el alma se siente rodeada por sombras que no se explican, por silencios que no se entienden, por caminos que no se iluminan. Y sin embargo, en medio de esa oscuridad, hay una chispa que no se extingue. Una llama que no depende de circunstancias. Una luz que no nace de nosotros, pero que nos habita.
Tu amigo Israel Meza, que Dios te bendiga siempre y recibe un fuerte abrazo.