La conquista del Everest (1953) significó romper la última gran frontera de la Tierra. Y el destino quiso que fueran un neozelandés tímido y patoso y un sherpa nepalí adaptado a vivir en las faldas del gigante quienes conquistaran el techo del mundo. Muchos lo habían intentado antes, y no pocos perdieron la vida persiguiendo esa quimera, pero el azar les eligió a ellos, Edmund Hillary y Tenzing Norgay.
Una de las fechas míticas en la historia del deporte es el 2 de marzo de 1962. Fue el día en el que el hoy legendario Wilt Chamberlain anotó 100 puntos en un partido de la NBA, un récord que sigue vigente más de seis décadas después y que difícilmente superará alguien en el basket moderno de nuestros días. Quien más se ha acercado después ha sido el añorado Kobe Bryant , que llegó a los 81 en un Lakers-Raptors de 2006, una heroicidad que se quedó nada menos que a 19 puntos del récord de Chamberlain, tan mítico por la cifra redonda que representa, la centena exacta de puntos, como por el carácter casi sobrehumano de la gesta, tan irreal, tan excesiva, que sigue siendo impensable que alguien logre acercarse a ella, y menos aún batirla, en el baloncesto de alto nivel.
De Jesse Owens a Usain Bolt, de Bob Beamon a Carl Lewis, de Fanny Blankers-Koen a Florence Griffith, el atletismo ha escrito algunas de las más bellas y míticas páginas de la historia del deporte, muchas veces asociadas, pero no siempre, a la magia de los Juegos Olímpicos. Epopeyas de leyenda que han hecho inmortales a sus autores y que han superado la prueba del tiempo.
De Jesse Owens a Usain Bolt, de Bob Beamon a Carl Lewis, de Fanny Blankers-Koen a Florence Griffith, el atletismo ha escrito algunas de las más bellas y míticas páginas de la historia del deporte, muchas veces asociadas, pero no siempre, a la magia de los Juegos Olímpicos. Epopeyas de leyenda que han hecho inmortales a sus autores y que han superado la prueba del tiempo.
Muhammad Ali y Joe Frazier se midieron tres veces y dejaron tres maravillas para la posteridad. El primer capítulo de la trilogía, en 1971, que ha pasado a la historia como ‘La pelea del siglo’ (Fight of the Century), y el último, el famoso ‘Thrilla in Manila’ de 1975, son dos obras maestras de la historia del pugilismo por la calidad de los protagonistas, por lo que sucedió en el cuadrilátero y por los prólogos y epílogos de ambas historias, sin los cuales no puede comprenderse la dimensión de aquellos combates.