Si tenemos que vivir para aquel que murió entonces pensemos como viviría Jesús:
- No faltaría nunca a la iglesia sin una razón justificable delante de Dios.
- Oraría todos los días.
- Leería cada día su Biblia y la conocería profundamente.
- Contribuiría fielmente con sus ofrendas para sostener su Iglesia y la obra misionera.
- Se interesaría genuinamente por sus hermanos.
- Cuidaría su testimonio.
- No diría malas palabras en ningún caso.
- No tendría vicios.
- Seria íntegro.
- Todos nosotros confiaríamos totalmente en él.
¡Si nosotros debemos vivir en su lugar, entonces debemos hacer todo lo que acabamos de citar para honrar su sacrificio, en su memoria!