
"En el capitulo anterior vimos como el Señor Jesús maravilló a sus oyentes con sus enseñanzas, al punto que la gente se admiraba de su autoridad al hablar de la ley, y lo comparaban a las enseñanzas de los escribas y rabinos de su época. Los escribas enseñaban de la ley basándose en enseñanzas de otros rabinos, ellos comentaban de la ley, pero a diferencia de Jesús que hablaba como el autor de la ley. En el sermón del monte vimos como una y otra vez Jesús decía: “yo os digo” y eso es hablar con autoridad, tal autoridad solo la tiene el Señor. Ya vimos como Jesús mostró su autoridad en la enseñanza de la palabra, ahora en este capitulo vamos a ver el poder de Jesús sobre las enfermedades, los demonios y sobre la naturaleza. Poder y autoridad que solo puede tener Dios, por lo tanto, Jesús va demostrar que él no es solo un hombre con “mucha sabiduría” como muchos dicen de él, Jesús es el Dios encarnado, el verbo hecho carne y eso lo vemos claramente en las Escrituras; vemos a Jesús comportándose como hombre, pero a la vez haciendo cosas que solo Dios puede hacer. Esto es lo que los teólogos llaman la unión hipostática, dicho en palabras simples: Cristo es una sola persona con dos naturalezas, una divina y una humana, Jesús es completamente Dios y completamente hombre. Y su DEIDAD es justamente lo que Jesús nos va a mostrar en el texto que vamos a estudiar el día de hoy. Mateo relata intencionalmente algunos milagros de Jesús para mostrar justamente su DEIDAD y su PODER, pero al final de estas sanidades Mateo nos va decir el propósito o la razón de estos milagros. Veamos entonces la primera sanidad" Hno. Jesús Bohórquez