
Nelly Huamancayo, de 47 años, dejó de vender en la calle desde que inició la cuarentena por la COVID-19, porque se puede exponer al contagio. Ahora, la única manera de solventase es haciendo pasteles en casa y ofrecerlos a sus hermanos. Tiene que seguir pagando la universidad de su hija y los recibos de agua y luz.