
Mateo nos presenta a unos sabios que viajaron desde lejos, guiados solo por una estrella y por una convicción: el Rey ya había nacido. Ellos no eran judíos, no conocían la Ley, pero reconocieron la señal. Mientras muchos cerca de Jesús no vieron nada, estos hombres de lejos sí discernieron la luz. Llegaron con humildad, adoraron al Niño y ofrecieron regalos proféticos: oro para el Rey, incienso para Dios, mirra para el que entregaría Su vida. Su historia nos recuerda que quien busca la verdad con sinceridad, siempre encuentra a YHWH.