
Jesús enseñó algo radical:
“No juren en absoluto… Sea vuestro sí, sí; y vuestro no, no.”
(Mateo 5:34–37)
¿Por qué?
Porque cuando alguien necesita jurar para parecer verdadero,
es señal de que su palabra sola no tiene peso.
El Reino funciona diferente:
La verdad no necesita adornos, ni promesas, ni fórmulas.
Los hijos de YHWH hablan con integridad.
Lo que decimos debe ser tan firme
que no haga falta un juramento para respaldarlo.
No jurar es vivir con transparencia,
hablar derecho, cumplir lo que decimos
y dejar que nuestra vida sea la evidencia.
Una boca limpia.
Un corazón sincero.
Una palabra confiable.
Eso es lo que exige el Reino.