
Hay pausas que uno no planea. Algunas las toma el alma. Otras, el cuerpo.En este episodio te cuento la historia real detrás de mi silencio, la lesión que cambió mi ritmo y me obligó a mirar hacia adentro.
Aprendí —a veces a través del dolor— que no necesitamos rompernos para reaccionar o transformar nuestras vidas.
Podemos aprender a detenernos antes de caer, a respirar distinto, a re-conectar con nuestro cuerpo y a re-programar la mente desde la calma.
Porque no se trata de hacer menos, sino de hacerlo con más sentido. Y cuando logras alinear tu cuerpo, tu mente y tu alma, la pausa deja de ser un freno… y se convierte en tu impulso.
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