
Dios no se olvidó del ser humano. Dios no está sordo ni ciego al sufrimiento del hombre. Él se prepara para volver muy pronto a restaurar este mundo roto. Mientras tanto, tú eres esa semilla de fe y esperanza que Él quiere plantar.
Su deseo es que lo representes a donde quiera estés; que tu actitud sea, no la de una persona sorda, ciega y manca, sino la de un verdadero ciudadano de Su Reino, siempre al servicio de otros. "Quien no vive para servir, no sirve para vivir".