
¡Hola y bienvenidos a un nuevo episodio de #ParayRespira
Soy Gloria Cano. Hoy vamos a sumergirnos en el fascinante mundo de los trucos somáticos sigilosos. ¿Alguna vez has sentido que tu mente va a mil por hora, llena de pensamientos que te arrastran hacia abajo, especialmente en momentos de estrés o cuando te sientes abrumado?
Bueno, hoy te traigo una herramienta increíblemente sencilla pero poderosa que puedes usar en cualquier momento y lugar, ¡sin que nadie lo note! Una técnica que te ayudará a calmar esa mente inquieta y a encontrar un momento de quietud. Hablaremos de la técnica de "Bajar la Lengua".
Muchos de nosotros luchamos con una mente que parece tener vida propia, ¿verdad? Esos pensamientos en espiral, la negatividad que a veces nos atrapa... Esto puede ser una respuesta natural a periodos de estrés prolongado. Y es interesante saber que, como terapeutas han observado, nuestra bioquímica tiene una tendencia natural: cuando estamos estresados o nuestra mente está muy ocupada, nuestra lengua tiende a pegarse al techo de la boca.
Prestar atención a la posición de nuestra lengua puede ser una puerta de entrada a un mayor bienestar.
La técnica que vamos a explorar hoy forma parte de lo que llamo "Trucos Somáticos Sigilosos". Son herramientas breves, sutiles, diseñadas para nuestro sistema nervioso, que podemos integrar fácilmente en nuestra vida diaria: en el trabajo, en el supermercado, en casa... donde sea.
El primer truco de esta serie es "Bajar la Lengua". Suena simple, ¿verdad? Y lo es. Consiste, básicamente, en suavizar y relajar la lengua, la mandíbula y la boca. Aunque parezca un gesto menor, tiene un impacto profundo.
Aquí viene lo interesante. La lengua está conectada al nervio vago y a otros nervios importantes de nuestro sistema de conexión social. El nervio vago juega un papel crucial en cómo nuestro cuerpo le comunica al cerebro si estamos en un estado de tensión, congelación o seguridad.
Cuando hay tensión en estas estructuras (lengua, mandíbula, garganta), el nervio vago envía señales al cerebro que dicen algo como: "¡Oye, el cuerpo no se siente seguro, algo no va bien!". Esto puede llevarnos a sentirnos ansiosos o desconectados.
Pero, si intencionalmente relajamos la lengua, si suavizamos la mandíbula, el mensaje cambia. El nervio vago entonces le dice al cerebro: "El cuerpo no está en modo lucha o huida, las cosas están más tranquilas". Y el cerebro, a su vez, ayuda al cuerpo a continuar relajándose y asentándose. Dejar que la lengua se suavice envía un poderoso mensaje: "¡Estamos a salvo!".
Muy bien, ¿listos para probarlo? Es súper rápido y fácil.
1. Relaja la mandíbula: Separa ligeramente los dientes, permitiendo que tu mandíbula se suelte.
2. Suelta la lengua: Simplemente, deja que tu lengua caiga, que se derrita hacia el suelo de tu boca. Puedes hacerlo conmigo ahora mismo.
A veces, para sentir mejor la relajación, ayuda un pequeño truco:
Primero, presiona firmemente tu lengua contra el techo de tu boca durante unos segundos. Siente esa tensión, esa energía que se eleva.
Luego, después de unos segundos, deja que se derrita, que fluya hacia el suelo de tu boca. Siente cómo se libera.
Puedes hacer esto con la boca cerrada, y nadie a tu alrededor se dará cuenta. Pruébalo.
¿Notas algo? Deberías sentir casi de inmediato algún cambio sutil: quizás una mayor sensación de relajación, de liberación, o simplemente de estar más presente. Cada vez que bajas la lengua, observa cómo tu mente puede aquietarse.
Y si quieres llevarlo un paso más allá, ¡aquí va un extra! Mientras suavizas tu lengua, intenta llevar esa sensación de relajación hacia abajo, a través de tu canal central.
Hagámoslo una vez más juntos: presiona la lengua contra el paladar... y ahora, déjala caer, relájala... y lleva esa suavidad a tu vientre y suelo pélvico. Terminamos. Tómate unos momentos para notar qué ha cambiado sutilmente en tu cuerpo o en tu mente.
Gracias por acompañarme en #ParayRespira
Producción y Música: @conectacreators