
1 Coré hijo de Izhar, hijo de Coat, hijo de Leví, y Datán y Abiram hijos de Eliab, y On hijo de Pelet, de los hijos de Rubén, tomaron gente, 2 y se levantaron contra Moisés con doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, príncipes de la congregación, de los del consejo, varones de renombre. 3 Y se juntaron contra Moisés y Aarón y les dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está Jehová; ¿por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación de Jehová?
25 Entonces Moisés se levantó y fue a Datán y a Abiram, y los ancianos de Israel fueron en pos de él. 26 Y él habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos sus pecados.
31 Y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos. 32 Abrió la tierra su boca, y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. 33 Y ellos, con todo lo que tenían, descendieron vivos al Seol, y los cubrió la tierra, y perecieron de en medio de la congregación. 34 Y todo Israel, los que estaban en derredor de ellos, huyeron al grito de ellos; porque decían: No nos trague también la tierra. 35 También salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso.”
Números 16:1-3, 25-26 & 31-35
El ser humano siempre ha estado hambriento de poder. Desde la creación misma, hemos podido vislumbrar en la naturaleza humana ese deseo por dominar, por sobresalir y querer estar en control de las cosas.
Fue por ese deseo de poder que la serpiente tentó a Eva en el jardín, quien cedió a la tentación por querer ser como Dios (Génesis 3:1-5); fue ese mismo deseo de poder el que llevó a Caín a matar a su propio hermano Abel, ya que de esa manera estaba eliminando la competencia en cuanto a las ofrendas que se hacían a Dios (Génesis 4:1-8); y por ese deseo de poder los Fariseos crucificaron a Jesús, ya que lo vieron como una amenaza al sistema religioso que ellos habían construído.