
“41 El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová. 42 Y aconteció que cuando se juntó la congregación contra Moisés y Aarón, miraron hacia el tabernáculo de reunión, y he aquí la nube lo había cubierto, y apareció la gloria de Jehová. 43 Y vinieron Moisés y Aarón delante del tabernáculo de reunión. 44 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 45 Apartaos de en medio de esta congregación, y los consumiré en un momento. Y ellos se postraron sobre sus rostros. 46 Y dijo Moisés a Aarón: Toma el incensario, y pon en él fuego del altar, y sobre él pon incienso, y ve pronto a la congregación, y haz expiación por ellos, porque el furor ha salido de la presencia de Jehová; la mortandad ha comenzado. 47 Entonces tomó Aarón el incensario, como Moisés dijo, y corrió en medio de la congregación; y he aquí que la mortandad había comenzado en el pueblo; y él puso incienso, e hizo expiación por el pueblo, 48 y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad. 49 Y los que murieron en aquella mortandad fueron catorce mil setecientos, sin los muertos por la rebelión de Coré. 50 Después volvió Aarón a Moisés a la puerta del tabernáculo de reunión, cuando la mortandad había cesado.”
Números 16:41-50
La terquedad puede ser una gran cualidad o un enorme defecto.
Una persona terca, según el diccionario Oxford, es alguien Que se mantiene firme o inamovible en su actitud, aunque se le den razones en contra o se le intente convencer para hacer otra cosa.
En este sentido, la terquedad puede ser cualidad cuando por ejemplo ante una situación difícil o retadora, la persona se aferra a su terquedad para seguir intentándolo. No se da por vencida.
Pero igualmente puede ser un enorme defecto, cuando aplicamos esa misma terquedad para hacer lo malo. En este caso la persona es aquella que no acepta corrección o consejo alguno, y se aferra a seguir cometiendo actos de maldad.