«Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para Salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego» Romanos 1:16
I. Ningún cristiano debiera avergonzarse jamás del evangelio
II. ¿Que debiéramos hacer con el evangelio?
III. El evangelio es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…»
Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él. El que cree en él no es condenado, pero el que no cree ya está condenado por no haber creído en el nombre del Hijo unigénito de Dios. Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos. Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a ella por temor a que sus obras queden al descubierto. En cambio, el que practica la verdad se acerca a la luz, para que se vea claramente que ha hecho sus obras en obediencia a Dios. Juan 3:16-21
I. Porque Dios envió a su Hijo
II. ¡El que cree en el Hijo no se condena”
III. Porque su Hijo es luz.
““DICHOSOS LOS DE CORAZÓN LIMPIO, PORQUE ELLOS VERÁN A DIOS.”” Mateo 5:8
I. No olvides que Dios puede verlo todo.
II. Dios también conoce tus motivaciones.
III. Ordena tus prioridades.
IV. El corazón representa la mente.
“EL VALOR DE UN HIJO DE DIOS”
Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable. 1 Pedro 2:9 NVI
I. NUESTRO VALOR ESTÁ EN EL SACRIFICIO DE CRISTO.
II. NUESTRO VALOR RADICA EN LA NUEVA CREACIÓN.
III. YA NO HAY MUERTE ESPIRITUAL.
IV. NUESTRO VALOR EN CRISTO NUNCA SE PIERDE.
La tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte. 2 Cor. 7:10
¡Ojalá me aguanten unas cuantas tonterías! ¡Sí, aguántenmelas! El celo que siento por ustedes proviene de Dios, pues los tengo prometidos a un solo esposo, que es Cristo, para presentárselos como una virgen pura. Pero me temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, los pensamientos de ustedes sean desviados de un compromiso puro y sincero con Cristo. 2Cor. 11:1-3
Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí. Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa. Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador.» Pero Zaqueo dijo resueltamente: Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea. Hoy ha llegado la salvación a esta casa le dijo Jesús, ya que éste también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:1-10
María, por su parte, guardaba todas estas cosas en su corazón y meditaba acerca de ellas. Lucas 2:19
Ps. Elías Villanueva
Mateo 21:8-11
Había mucha gente que tendía sus mantos sobre el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las esparcían en el camino. Tanto la gente que iba delante de él como la que iba detrás, gritaba: ¡Hosannaal Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió.¿Quién es éste? preguntaban. Éste es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea contestaba la gente.
Salmos 138:7-8
Aunque pase yo por grandes angustias, tú me darás vida; contra el furor de mis enemigos extenderás la mano: ¡tu mano derecha me pondrá a salvo! El Señor cumplirá en mí su propósito. Tu gran amor, Señor, perdura para siempre; ¡no abandones la obra de tus manos!
Hebreos 12:5-11
5 Y ya han olvidado por completo las palabras de aliento que como a hijos se les dirigen: «Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, 6 porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo».[a] 7 Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina? 8 Si a ustedes se les deja sin la disciplina que todos reciben, entonces son bastardos y no hijos legítimos. 9 Después de todo, aunque nuestros padres humanos nos disciplinaban, los respetábamos. ¿No hemos de someternos, con mayor razón, al Padre de los espíritus, para que vivamos? 10 En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. 11 Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.
Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; 7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. 8 Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. 9 Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio. Hechos 16:6-10
Discipulado Mis Primeros Pasos en La Gracia El Honor y La Fé