El analista de conflictos y procesos de paz Vicenç Fisas ha puesto el foco en Gaza y en el uso del hambre como arma de guerra, una estrategia que, según denuncia, se ha aplicado de forma sistemática en las últimas décadas y que hoy tiene a la población gazatí al límite. En su libro Gaza y las guerras del hambre, el experto ha repasado cómo la manipulación de los alimentos y el bloqueo de la ayuda humanitaria se han convertido en el eje central de muchas ofensivas militares, y no en un simple efecto colateral.
El hambre como "estrategia permanente" de guerra
Fisas ha subrayado que el hambre no es solo una consecuencia de los conflictos, sino que en muchas ocasiones "es el eje central de una estrategia bélica". El analista ha explicado que, en las guerras recientes que ha estudiado, la manipulación de los alimentos y el asedio a ciudades se han utilizado de forma planificada para debilitar a la población civil.
Según ha detallado, esta táctica busca "provocar hambre, temor en la gente para que se rinda, para que esté desanimada, flaquee y acabe cediendo ante el agresor". Primero llega la subalimentación, la falta de calorías suficientes, pero el proceso se agrava con el tiempo: se pierden cosechas al abandonar tierras y cultivos, se bombardean zonas agrícolas y se atacan convoyes de ayuda humanitaria.
Fisas ha recordado que el impacto del hambre "es durante y después de la guerra", porque la destrucción de infraestructuras y la pérdida de cultivos sigue pasando factura incluso cuando cesan los combates.
Gaza: un bloqueo que viene de lejos
En el caso de Gaza, el analista ha insistido en que la situación actual es "la culminación de un proceso" que se ha ido consolidando con los años. Ha señalado que, a partir de 2007, cuando Hamas ha ganado las elecciones en la franja, Israel ha iniciado un cierre progresivo de las fronteras para limitar la entrada de alimentos y bienes básicos.
Cada vez que se ha producido un ataque desde Gaza, Fisas ha explicado que la respuesta israelí "se ha multiplicado por 50 o por 100", con bombardeos sobre infraestructuras esenciales como el agua, la energía o los centros de salud. Todo ello, ha apuntado, ha contribuido a un deterioro profundo de las condiciones de vida y de la alimentación de la población gazatí.
Con el estallido de la actual guerra, la estrategia se ha endurecido: "ya ha habido un propósito muy claro de hacer pasar hambre, de matar de hambre", ha dicho. Fisas ha destacado que, además del lanzamiento masivo de bombas, se ha impedido de forma sistemática la entrada de ayuda humanitaria, algo que, a su juicio, convierte el hambre en un arma deliberada.
La ONU habla de hambruna y fracasa la humanidad
El analista ha recordado que la ONU ha declarado en agosto la hambruna en Gaza, calificando la situación como "un fracaso de la humanidad" y "un crimen de guerra". Sin embargo, ha matizado que esta alerta no ha sido la primera señal de alarma.
Fisas ha citado el trabajo del Sistema Integrado de Clasificación de la Seguridad Alimentaria, que reúne a distintos organismos de Naciones Unidas y entidades internacionales para seguir la evolución del hambre en el mundo. "En Gaza, al empezar la guerra, al cabo de un mes, ya ha salido el primer informe con el 80% de la población empezando a tener hambre", ha señalado. Para él, se trata de un proceso "sistemático", no de un deterioro repentino.
Menos bombardeos, menos vigilancia internacional
Preguntado por la situación actual, Fisas ha admitido que el alto el fuego parcial ha reducido la intensidad de los ataques, pero también ha provocado "menos vigilancia sobre lo que está ocurriendo". La comunidad internacional presta ahora menos atención al día a día en la franja, mientras la población sigue sufriendo las consecuencias del bloqueo.
En este contexto, el analista ha mencionado los debates en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre la creación de una fuerza internacional de estabilización y seguridad. Ha advertido de que, aun
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