Somos discípulos de Cristo. Cristo nos precede. El mundo necesita su luz. La humanidad lo necesita como puente para ser alcanzada por Dios y por su amor.
“Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia, y tu oración será escuchada”.
Salmo 51, 12-21 ¡Dios, crea en mí un corazón puro, y renueva la firmeza de mi espíritu! No me alejes de tu presencia ni retires de mí tu santo espíritu. Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu generoso me sostenga. Enseñaré tus caminos a los rebeldes y los pecadores volverán a ti. Dios, Dios de mi salvación, líbrame de la culpa por la sangre que he derramado, y mi lengua alabará tu justicia. Señor, abre mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza. Porque no te agrada un sacrificio, y si te ofreciera un holocausto, no lo querrías. Para Dios el sacrificio es un espíritu contrito. Tú, Dios, no desprecias un corazón quebrantado y humillado. En tu buena voluntad, favorece a Sion y reconstruye las murallas de Jerusalén. Entonces serán de tu agrado los sacrificios legítimos, los holocaustos y las ofrendas perfectas; entonces sobre tu altar se ofrecerán novillos. ... Conoce mas de Icono: https://www.facebook.com/Proyecto.Icono https://www.instagram.com/proyecto.icono https://bio.link/proyectoicono
Salmo 51 ¡Apiádate de mí, Dios, por tu amor! ¡Por tu gran misericordia, borra mis transgresiones! Lávame de toda mi maldad y purifícame de mi pecado. Yo reconozco mis rebeldías, porque siempre tengo presente mi pecado. Contra ti solo he pecado y he hecho el mal ante tus ojos. En tu sentencia te mostrarás justo; serás irreprochable cuando juzgues. Sé que he sido engendrado en la maldad y en el pecado me concibió mi madre. Tú amas la sinceridad del corazón y en lo secreto me enseñas sabiduría. Rocíame con el hisopo para que quede puro, lávame para que quede más blanco que la nieve. ¡Que yo pueda oír el gozo y alegría, y se alegren los huesos que tú quebrantaste! No prestes atención a mis pecados y borra toda mi maldad. ...
Salmo 130 Desde lo más profundo te invoco, Señor. ¡Señor mío, escucha mi voz! Estén tus oídos atentos a la voz de mi súplica. Si tienes en cuenta las culpas, Señor, Señor mío, ¿quién podrá subsistir? Pero en ti está el perdón, para que seas respetado. Espero en el Señor, lo espero con toda mi alma; estoy a la espera de su palabra. Con toda mi alma aguardo al Señor como los centinelas a la aurora, ¡más que los centinelas la aurora! Espera, Israel, en el Señor, porque en el Señor está el amor y la redención en abundancia: él librará a Israel de todas sus culpas.
Salmo 6 Señor, no me corrijas con ira, no me castigues con furor. Apiádate de mí, Señor, que desfallezco; sáname, Señor, porque se tiemblan mis huesos y todo mi ser se estremece. Y tú, Señor, ¿hasta cuándo? ¡Vuélvete a mí, Señor! ¡Líbrame! ¡Sálvame por tu misericordia! Porque, entre los muertos, nadie se acordará de ti. ¿Quién podrá alabarte en la mansión de los muertos? Estoy cansado de gemir; mis lágrimas humedecen mi cama cada noche y empapan mi lecho; mis ojos se consumen de tristeza, debilitados por todas mis contrariedades. ¡Apártense de mí, malhechores! Porque el Señor escuchó mi llanto; el Señor atendió mi súplica; el Señor aceptó mi plegaria. ¡Que se avergüencen y tiemblen mis enemigos, que retrocedan avergonzados de inmediato!
A ti, oh Dios, te alabamos,
a ti, Señor, te reconocemos.
A ti, eterno Padre,
te venera toda la creación.
Los ángeles todos,
los cielos y todas las potestades te honran.
Los querubines y serafines
te cantan sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Dios del universo.
Los cielos y la tierra
están llenos de la majestad de tu gloria.
A ti te ensalza
el glorioso coro de los Apóstoles,
la multitud admirable de los Profetas,
el blanco ejército de los mártires.
A ti la Iglesia santa,
extendida por toda la tierra, te proclama:
Padre de inmensa majestad,
Hijo único y verdadero, digno de adoración,
Espíritu Santo, Defensor.
Tú eres el Rey de la gloria, Cristo.
Tú eres el Hijo único del Padre.
Tú, para liberar al hombre,
aceptaste la condición humana
sin desdeñar el seno de la Virgen.
Tú, rotas las cadenas de la muerte,
abriste a los creyentes el reino del cielo.
Tú te sientas a la derecha de Dios
en la gloria del Padre.
Creemos que un día
has de venir como juez.
Te rogamos, pues,
que vengas en ayuda de tus siervos,
a quienes redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que en la gloria eterna
nos asociemos a tus santos.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice tu heredad.
Sé su pastor
y ensálzalo eternamente.
Día tras día te bendecimos
y alabamos tu nombre para siempre,
por eternidad de eternidades.
Dígnate, Señor, en este día
guardarnos del pecado.
Ten piedad de nosotros, Señor,
ten piedad de nosotros.
Que tu misericordia, Señor,
venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti.
En ti, Señor, confié,
no me veré defraudado para siempre.
La contemplación de los misterios gloriosos, ha de llevar a los creyentes a tomar conciencia cada vez más viva de su nueva vida en Cristo, en el seno de la Iglesia; una vida cuyo gran 'icono' es la escena de Pentecostés. De este modo, los misterios gloriosos alimentan en los creyentes la esperanza en la meta escatológica, hacia la cual se encaminan como miembros del Pueblo de Dios peregrino en la historia.
(Rosarium Virginis Mariae)
Estos misterios se meditan Domingo y Miércoles.
¡Oh Cristo Jesús! ¡Yo te reconozco por Rey universal! Todo cuanto existe, de ti ha recibido el ser. Ejerce sobre mí todos tus derechos, renuevo las promesas de mi bautismo.
Renuncio a Satanás, y a sus obras, y te ofrezco vivir como buen cristiano. Me esforzaré muy particularmente, por hacer triunfar, en cuanto pueda, los derechos de Dios y de tu iglesia. Te ofrezco, joh Cristo Rey! mis pobres acciones para alcanzar que todos los corazones reconozcan tu amorosísimo reinado, y que de este modo se establezca
en el mundo el reino de tu paz. Amén.
Los misterios de dolor llevan el creyente a revivir la muerte de Jesús poniéndose al pie de la cruz junto a María, para penetrar con ella en la inmensidad del amor de Dios al hombre y sentir toda su fuerza regeneradora.
(Rosarium Virginis Marie)
Pasando de la infancia y de la vida de Nazaret a la vida pública de Jesús, la contemplación nos lleva a los misterios que se pueden llamar de manera especial «misterios de luz». En realidad, todo el misterio de Cristo es luz. Él es «la luz del mundo» (Jn 8, 12). Pero esta dimensión se manifiesta sobre todo en los años de la vida pública, cuando anuncia el evangelio del Reino.
(Rosarium Virginis Marie)
Meditar los misterios "gozosos" es adentrarse en los motivos últimos de la alegría cristiana y en su sentido más profundo. Significa fijar la mirada sobre lo concreto del misterio de la Encarnación y sobre el preanuncio del misterio del dolor salvífico.
(Rosarium Virginis Mariae)
Dios de infinita misericordia, encomendamos a tu inmensa bondad a cuantos dejaron este mundo por la eternidad, en la que tú esperas a toda la humanidad redimida por la sangre preciosa de Cristo, tu Hijo, muerto en rescate por nuestros pecados. No tengas en cuenta, Señor, las numerosas pobrezas, miserias y debilidades humanas cuando nos presentemos ante tu tribunal a fin de ser juzgados para la felicidad o para la condena.
Dirige a nosotros tu mirada piadosa, que nace de la ternura de tu corazón, y ayúdanos a caminar por la senda de una completa purificación. Que no se pierda ninguno de tus hijos en el fuego eterno del infierno, en donde no puede haber arrepentimiento. Te encomendamos, Señor, las almas de nuestros seres queridos, de las personas que murieron sin el consuelo sacramental o no tuvieron ocasión de arrepentirse ni siquiera al final de su vida.
Que nadie tema encontrarse contigo después de la peregrinación terrena, con la esperanza de ser acogido en los brazos de tu infinita misericordia.
Que la hermana muerte corporal nos encuentre vigilantes en la oración y cargados con todo el bien que hicimos durante nuestra breve o larga existencia. Señor, que nada nos aleje de ti en esta tierra, sino que todo y todos nos sostengan en el ardiente deseo de descansar serena y eternamente en ti. Amén.
Oración por los difuntos del Padre Antonio Rungi, pasionista.
Himno de la liturgia de las horas dedicado a todos los santos.