Hay una vieja tira cómica de BC que muestra la salida del sol sobre una roca. Al lado de la roca hay una pequeña flor que se despierta. La flor dice: “¡Ah! Dulce Aliento de la mañana…Cómo me encanta saludarte cada día…y extender mis pétalos suaves debajo de tus rayos…y levantar mis frondas hacia ti…En adoración amoroso…La flor luego mira hacia el lado de la roca y dice: “¿Qué piensas Roca?” La roca responde: “¿Necesitas una crítica de un tipo que “fue arrojado” de un volcán?
Me encanta la imagen de la flor que alaba. La Biblia nos dice que toda la creación fue creada para alabar a Dios. De hecho, el Salmo 148 lee en parte:
Alábenlo, sol y luna, alábenlo, estrellas luminosas. Alábenlo ustedes, altísimos cielos…Alaben al Señor desde la tierra los monstruos marinos y las profundidades del mar…los montes y las colinas, los árboles frutales y todos los cedros, los animales salvajes y domésticos, los reptiles y las aves.
Pero no solo las cosas y los animales fueron creadas para alabar. El Salmo continúa:
Los reyes de la tierra y todas las naciones, los príncipes y los gobernantes de la tierra, los jóvenes, los ancianos y los niños. Alaben el nombre del Señor.
Hoy, como la flor de la mañana en el comic, que puedas encontrar un momento y disfrutar de la belleza del día. Recuerda que Dios es fiel, Dios está contigo. ¡Has sido bendecido en abundancia! ¡Y que puedas ofrecer tu agradecimiento y alabanza!
Oremos: Oh Dios de toda la creación, te alabamos con todo nuestro corazón. En este momento dejamos ir nuestras preocupaciones, nuestros miedos y nuestras cargas. Confiamos en ti con ellos – porque eres bueno. Nos acercamos a ti ahora. Oh Dios de toda la creación, confiamos en ti, y te alabamos con todo nuestro corazón. Amén.
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Antes de la Segunda Guerra Mundial, en una pequeña aldea francesa, había una bella estatua de mármol de Jesús con las manos extendidas, de pie en el patio de una pequeña iglesia. Durante la guerra, una bomba estalló cerca y quebró la estatua en pedazos.
Cuando la lucha terminó, los miembros de la aldea de la pequeña iglesia
se dispusieron a encontrar las piezas de la estatua y reconstruirla. A medida
que pacientemente se ponían a reconstruirla, incluso las cicatrices parecían
añadir a su belleza ante sus ojos. Pero, para su consternación, las frágiles
manos habían sido pulverizadas. “Un Cristo sin manos no es Cristo en absoluto,”
dijo alguien tristemente. Así que alguien más sugirió que intentaran conseguir
una nueva estatua. Luego, a otra persona del grupo se le ocurrió una idea que
generó gran entusiasmo. Sugirió que se adjuntara una placa de bronce a la base
de la estatua que dijera: “No tengo más manos que la tuya”.
Hace mucho tiempo en los años 1500´s, la mística Cristiana Teresa Ávila lo expone de la siguiente forma:
Cristo no tiene cuerpo solamente el tuyo,
No hay manos, ni pies en la tierra sino los tuyos,
Tuyos son los ojos con los que mira
Compasión en este mundo,
Tuyos son los pies con los cuales camina para hacer el bien,
Tuyas son las manos con las cuales bendice a todo el mundo.
Tuyas son las manos, tuyas son los pies,
Tuyas son los ojos, tú eres su cuerpo.
Oremos: Dios de amor, hay una cantidad tremenda de necesidad en el mundo que nos rodea – incluso cerca de casa. Si bien reconocemos que no podemos resolver todos los problemas, o satisfacer todas las necesidades, de pequeñas maneras podemos hacer la diferencia. Ayúdanos a ser las manos, los pies, los ojos de Cristo en nuestra vida el día de hoy y todos los días. Amén.
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El Apóstol Pablo a menudo escribió acerca de la iglesia como el Cuerpo de Cristo. En La Primera Carta a los Corintios, Capítulo 12, lo expresa de esta manera:
Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.
¡Qué gran manera de
pensar acerca de la iglesia! Muchas personas, cuando piensan en la iglesia, piensan
en ella como un edificio, o un pastor o una institución. Pero Pablo dijo No,
no, ese no es la forma. La iglesia, de alguna manera mística, es el cuerpo de
Cristo. Jesús resucitó de entre los muertos. Jesús vivo. Su cuerpo, su obra, su
ministerio – aquí en la tierra hoy - ¡en nosotros!
Recuerdo que, en una
iglesia anterior, el hijo de una de nuestras maestras de preescolar y su esposo
falleció, tenía solo unos días de nacido. Él había nacido con un tumor en el
cuello. Y recuerdo haber ido a su casa y sentarme con ellos. Cuando llegué,
durante mucho tiempo, ellos no querían hablar. Yo le pregunté si querían que me
fuera y ella dijo, “No. Por favor quédate.” Así que nos sentamos. Ella y su
esposo lloraron. Y nos mantuvimos sentados. Yo le pregunté si quería que orara.
Y ella dijo, “En este momento no puedo orar. No puedo tener fe. Pero tú puedes
orar por mí. La iglesia puede orar por mí. Ellos pueden sostener mi fe por mí…”
Y lo hicimos…Nos
aferramos a su fe por ella. Oramos por ella hasta que pudo orar nuevamente por
sí misma. Tuvimos fe en ella hasta que pudo regresar y mantenerla por sí misma.
Algunos de mis amigos
dicen que no van a la iglesia porque luchan con la idea de la iglesia como
institución. Yo también. Pero en el fondo, eso no es lo que somos. Son
personas. La iglesia es orgánica y viva. Somos tú y yo, y nuestras vidas unidas
a las vidas de otras personas. Cuando lo hacemos bien, puede ser hermoso,
vivificante, e incluso sustentador.
Oremos: Dios de Gracia,
te damos gracias por las personas en nuestras vidas que han caminado con
nosotros a través de los altibajos, las alegrías y las tristezas de la vida.
Oro hoy especialmente por aquellos que se sienten solos. Acércate a aquellos
que te necesitan cerca. Y utiliza a cada uno de nosotros, incluso si nosotros
mismos estamos siendo sanados, como tus manos, corazón y pies – juntos tu
cuerpo, a través de Cristo nuestro Señor. Amén.
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Hay una divertida tira cómica de CALVIN Y HOBBES. Calvin y su amigo Hobbes están volando por una colina en su carretón. Calvin dice: “Me gusta el cambio.” ¡¿Tú?! Su amigo refuta, “¡Te atacaste esta mañana porque tu mamá puso menos jalea en tu tostada que el día anterior!” Calvin aclara: “Me gusta hacer que OTRAS personas cambien.”
La verdad es que a la mayoría de nosotros no nos gusta el cambio. Nos acostumbramos a nuestros hábitos regulares, rutinas y rituales. Algunos de estos son útiles e importantes. Pero podemos quedarnos atrapados en los surcos. Podemos llegar a ser tercos a nuestras propias heridas. A veces, de hecho, cavamos y enterramos nuestros talones y resistimos a cambios que realmente pueden ser útiles.
En el libro de Apocalipsis, todas las cartas a las siete iglesias finalizan de esta manera: “El que tenga oídos, que oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.”
El Espíritu habla a las iglesias. El Espíritu nos habla también a nosotros, si tenemos oídos para oír.
Escuchar es una práctica primaria de formación espiritual. Cuando apartamos tiempo y espacio para escuchar la voz apacible y delicada de Dios, nos abrimos no solo a la guía de Dios, sino también a una fortaleza y un valor más profundo.
Oremos: Dios de Esperanza, te damos las gracias por amarnos exactamente como somos – en este momento. Y, también te agradecemos que nos ames demasiado para dejarnos ser tal y como somos. Has prometido hacer todas las cosas nuevas - incluso a nosotros. Que estés presente con nosotros en los cambios que enfrentamos. Moldéanos cada vez más a tu imagen, para que podamos tomar la vida que es verdaderamente vida. En el nombre de Cristo. Amén.
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El mensaje de hoy fue escrito por mi amigo, Reverendo Roger Kunkel, q.e.p.d., fundador de Dial Hope (Digita Esperanza).
Hace algún tiempo, las Olimpiadas Especiales se celebraron en Seattle, y ocurrió algo hermoso. Nueve concursantes, todos con discapacidades físicas o mentales, se encontraban en la línea de salida de la carrera de las 100 yardas lineales. Cuando la pistola, que anunciaba el inicio, sonó, todos empezaron – no exactamente en línea recta, pero con un gusto por correr la carrera hasta el final y ganar. Pero mientras corrían, un muchacho resbaló y cayó. Se tambaleó un par de veces y comenzó a llorar. Los otros ocho corredores escucharon al joven llorar. Todos se detuvieron, dieron la vuelta y regresaron – cada uno de ellos.
Una niña, con síndrome Down, se inclinó y le dio un beso en la parte superior de la cabeza, y dijo, “Esto hará que todo sea mejor.” Los otros corredores ayudaron a poner de pie al muchacho caído, y los nueve de ellos unieron los brazos y caminaron juntos, lado a lado, hasta la meta. ¡Todos ganaron! ¡Todos llegaron primero! Todos en el estadio se pusieron de pie, los aplausos duraron diez minutos. Las personas que asistieron todavía cuentan la historia. Las personas que ni siquiera estuvieron allí, dicen que estuvieron.
Como puedes ver, como Cristiano, no tienes que ganar. Tal vez necesitas reducir la velocidad y cambiar de curso – para ayudar a alguien, para asociarse con alguien, para reconciliarte con alguien, para alentar a alguien. Cuando hagas eso, tendrás paz interior y paz con Dios.
Oremos: Dios de amor, te damos las gracias por este día. Perdónanos cuando ofendemos a los demás y a ti. Perdónanos y haznos puros, con la capacidad de sentir tu presencia, tu fortaleza, tu gracia y tu amor. Al sentir tu amor incondicional, habilítanos para que podamos apoyar a otros en su dolor, sufrimiento y soledad. Pedimos estas cosas en el nombre de tu Hijo, nuestro redentor, Jesucristo. Amén.
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Una maestra de la escuela dominical estaba exponiendo los Diez Mandamiento con sus alumnos de cinco y seis años de edad. Después de explicar el mandamiento de “Honrarás a tu padre y a tu madre,” ella preguntó: “¿Hay algún mandamiento que nos enseña cómo tratar a nuestros hermanos y hermanas?”
Sin perder el tiempo, una niña contestó: “¡No matarás!”
¿Acaso no es cierto que a menudo nos enojamos con las personas más cercanas a nosotros? A veces terminamos diciendo palabras o criticando a la familia de maneras que nunca haríamos con otras personas. Los estallidos no saludables pueden erosionar lentamente nuestras relaciones. “No matarás” es un buen lugar para empezar, pero para familias más estables, podemos llevarlo mucho más lejos.
El apóstol Pablo escribió una vez: “Si se enojan, no pequen. No dejen que el sol se ponga estando aún enojados.”
En algunas familias, a menudo funciona mejor “dormir pensando en el asunto” y luego platicarlo a la mañana siguiente. Yo creo que el punto de Pablo es doble. Primero, no permitas que tu ira te lleve a lastimarte a ti mismo u otras personas. Segundo, no lo albergues por dentro demasiado tiempo.
Cuando estés enojado, que puedas tomarte el tiempo para sentarte y hablar de ello. Y, que puedas expresar tu decepción o dolor de maneras que puedas guiar en última instancia a la reconciliación. Y, siempre pide ayuda si lo necesitas.
Oremos: Dios de Gracia, admitimos que esperamos mucho de los que amamos. A veces esperamos demasiado. Queremos relaciones saludables. Queremos dar y recibir amor y admiración y alegría. Ayúdanos, Oh Dios. Danos la paciencia y el valor que necesitamos para canalizar nuestra ira hacia una conversación apropiada. Que nuestras familias sean un centro de tu gracia y amor. Amén.
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En el 2005, había una conmovedora historia en la portada del San Francisco Chronicle (Las Crónicas de San Francisco) sobre el rescate de una ballena Jorobada. Esta ballena se había enredado, de alguna manera, de forma compleja en las líneas y trampas para capturar cangrejos. Se envolvió alrededor de su boca, cuerpo y cola – manteniéndola tan pesada que luchaba para mantenerse por encima de la superficie.
Fue avistada por un pescador, un equipo de rescate fue llamado a la escena. Trabajaron durante horas arriesgando sus propias vidas – eventualmente incluso buceando en el agua con la ballena para cortar las líneas. Una vez que la Ballena fue liberada, los buceadores describieron una escena de alegría. La ballena nadó en círculos volviendo hacia todos y cada uno de ellos como para decir gracias. El hombre que cortó la cuerda de su boca dijo que el ojo de la ballena lo estaba siguiendo todo el tiempo, y que nunca volvería a ser el mismo.
Es hermoso pensar en una ballena capaz de expresar gratitud. Es conmovedor. Es un testimonio de la magnífica creación de Dios presenciar la inteligencia y la curiosidad de este enorme mamífero. Y no es nada menos que asombroso reflexionar sobre este momento de comunión entre las dos especies.
Todo esto pone la vida en perspectiva para
mí. Me recuerda que simplemente somos parte de algo mucho más grande, un mundo
vasto e interconectado, que se mantiene unido por la gracia y el amor de Dios.
Oremos: Dios de Amor, te agradecemos nuevamente por tu bella e
inspiradora creación; por momentos de trascendencia, asombro y maravilla.
Gracias por nuestro propio lugar dentro de tu diseño creativo, y
por la capacidad de compartir la vida con los demás. Expande nuestros corazones
y abre nuestros espíritus para que estemos siempre sintonizados con tu
presencia. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
¡Por
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El
mensaje de hoy fue escrito por mi amigo, Reverendo Roger Kunkel, fundador de
Dial Hope.
Existe una oración extraña en uno de los Salmos: “Me pondré una mordaza en la boca”. (Salmo 39:1b). Estas son las palabras de un hombre muy tentado a difundir la tristeza, la desesperación y el desaliento. Sin embargo, se mantuvo a raya, sabiendo que había suficiente pesimismo alrededor, que debía reunir el valor de aquellos que se sentían desmotivados y excluidos. Ese es un buen consejo. El mundo anhela palabras de seguridad y de aliento. ¿Cuándo llegaremos a aprender? Las personas no quieren que los desanimes; están gritando para ser motivados. La elección es nuestra; podemos alentar o desalentar. ¿No es triste que muchas personas piensen que están divinamente ordenados para señalar las cosas malas, nos muestran todos los problemas, subrayan todo lo negativo? ¿No es trágico que algunos elijan ser esparcidores de tristeza en lugar de animadores? Es mucho más gratificante animar a las personas que desalentarlas. Cada uno de nosotros tiene el poder de hacer que otros se sientan mejor o peor. Y, al hacer que otros se sientan bien generalmente nos hace sentir mejor.
Una de las grandes personalidades de la iglesia primitiva era Bernabé, que significa “hijo de la consolación.” Él era un consolador. Él se identificó en el verso: “Por eso, anímense y edifíquense unos a otros” (1 Tesalonicenses 5:11). En pocas palabras, tenemos que ser personas que escuchan, que se preocupan, quienes afirman, que ayudan y se apoyan mutuamente. La elección es nuestra. Podemos animar o desalentar.
Oremos: Dios de Amor, perdónanos por marchar al ritmo de bateristas que no son como tú. Que nos decidamos hoy recuperar nuestras vidas con tu plan y propósitos. Transforma nuestra tristeza, desespero, desaliento y espíritu negativo/mezquino en ánimos y afirmación positiva. Recuérdanos de chismear el Evangelio de las buenas nuevas, de la alegría y esperanza debido a Jesucristo. Ahora que Dios te sorprenda con gracia en al menos tres o cuatro lugares donde nunca pensaste buscarlo. En el nombre de Jesús. Amén.
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Todavía tengo una tira cómica que alguien recortó y me lo regaló. Lucy le dice a Snoopy, “Ustedes los perros no saben nada de los versículos de las sagradas escrituras. No sabes nada acerca de la gracia o el bautismo, ni de Moisés ni de nada. Luego, ella se aleja. “Eso es correcto,” Snoopy respondió en su propia cabeza, “¡Teológicamente no estamos comprometidos!”
Los perros no están comprometidos teológicamente. Sin embargo, la buena teología hace toda la diferencia en el mundo para nosotros. Anselmo lo expresó de esta manera: “La teología es la fe que busca la comprensión.” Y la verdad es que lo que creemos acerca de Dios realmente influye en nuestras vidas. Por ejemplo, si yo entiendo que Dios es distante e indiferente, o si creo que Dios es muy autoritario, entonces soy libre de vivir de esa manera también. Por el contrario, si creo que Dios es bondadoso, clemente, misericordioso y amoroso, entonces espero que estas sean características que esté tratando de desarrollar en mi propia vida.
Oro por ti el día de hoy para que tengas una comunidad de fe que predica y enseña la buena teología. Que puedas ser un estudiante de por vida, siempre buscando comprender mejor. Y que tus estudios moldeen tu vida.
Nuestra oración de hoy fue escrita por San Benito de Nursia, en algún momento a principios del siglo VI. Oremos: Oh Dios misericordioso y santo, danos diligencia para buscarte, sabiduría para percibirte, y paciencia para esperarte. Concédenos, Oh Dios, una mente para meditar en ti; ojos para contemplarte; oídos para escuchar tu palabra; un corazón para amarte; y una vida para proclamarte; a través del poder del Espíritu de Jesucristo nuestro Señor. Amén.
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En el Evangelio de Juan (15:9) Jesús dijo: “Así como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes; permanezcan en mi amor.
Piensa
en eso. Piensa en el amor que un padre siente por un hijo. Ayer fue el Día del
Padre, en Estados Unidos de Norte América. Si eres padre, ¿Cómo es tu amor por
tu hijo? Si tu hijo está sufriendo, tú sufres. Si tu hijo está en peligro, tú
lo protegerás. Si tu hijo se equivoca, y aún es pequeño o pequeña, tú puedes
corregirlos, pero nunca dejaras de amarlos.
Como
padre de familia, si pienso que es bueno para ellas, yo haría cualquier cosa
por mis hijas. Con mucho gusto daría mi vida.
Este
es el tipo de amor que Cristo tiene por ti – feroz, incondicional, daría su
vida…por ti.
Así
como el Padre me ha amado a mí, también yo los he amado a ustedes…
Jesús continúa diciendo: “Permanezcan en mi amor.” Permanezcan en él. Mora en él…llega a él…saca fuerzas y nútrete de dicho amor…
Hoy, oro para que conozcas el amor de Cristo por ti en lo más profundo de tu
ser. Que vivas y des de la abundancia de ese pozo profundo. Que su amor, gracia
y paz sean regalos que tienes que compartir con un mundo desesperadamente
necesitado.
Oremos: Te damos las gracias, Oh Dios, por los Padres, y por todos los que nos
han amado con un amor feroz, incondicional y sacrificado. También, te damos
gracias por tu amor por nosotros en Cristo, un amor que no conoce límites. Que
dicho amor nos llene a rebosar. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
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Uno de los tiempos más oscuros de Israel fue un período de exilio en Babilonia. Su patria había sido conquistada y quemada, sus templos destruidos. La mayoría de los que sobrevivieron fueron trasladados a territorio enemigo, donde se verían obligados a comenzar de nuevo la vida.
Y, sin embargo, fue en medio de este tiempo de trabajo que algunas de las más radicales y extravagantes peticiones de Israel por la bondad de Dios fueron expresadas y escritas en las sagradas escrituras.
En Jeremías 31 leemos: “Naciones, escuchen la palabra del Señor…Porque el Señor rescató a Jacob…Vendrán y catarán jubilosos en las alturas de Zion; disfrutarán de las bondades del Señor: el trigo, el vino nuevo y el aceite, las crías de las ovejas y las vacas. Serán como un jardín bien regado…Entonces las jóvenes danzarán con alegría y los jóvenes junto con los ancianos. Convertiré sus duelos en gozo, y los consolaré; transformaré su dolor en alegría.”
Cuando Jeremías pronunció por primera vez estas palabras, esto no era el presente realmente, sino más bien una esperanza futura. ¡Qué asombroso testimonio de fe!
Mi oración para ti es que cuando las cosas parecieran estar en su peor momento, Dios te concederá el valor de aferrarte a la esperanza. Que puedas recordar de la forma en que Dios te ha llevado en el pasado. Y, que puedas observar la sanación de Dios, una mano que nos guía que está obrando aquí y ahora.
Oremos: Dios de Gracia, te damos las gracias por el testimonio de las sagradas escrituras – que más allá de la desesperación, más allá de la pena, más allá de los problemas que enfrentamos, hay esperanza para un mañana mejor. Confiamos en que eres bueno, y que para ti nada es imposible. Llénanos de nuevo este día con valor y fuerza; a través de Jesucristo. Amén.
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El mensaje de hoy fue escrito por mi amigo, Rev. Roger Kunkel, q.e.p.d., fundador de Dial Hope (Digita Esperanza)
Un gran predicador Británico, de hace una generación, contó la historia de una joven sirvienta que no tenía educación formal, pero que era profundamente espiritual. Tenía un fuerte sentido de compasión, una preocupación por los demás. Cuando el ministro de la iglesia la visitó un día y le preguntó cómo pasaba sus días, ella dijo: “Mi trabajo es muy exigente y no tengo mucho tiempo libre, así que no puedo servir a la iglesia tanto como quisiera. Pero he llegado a un plan que me permitirá hacer lo que pueda,” “¿Qué plan es ese?” pregunto el ministro. Ella respondió: “Bueno, siempre llevo el periódico, todos los días, a la cama conmigo por la noche.” Estaba perplejo. “Dime sobre eso. Yo no entiendo.” “Bueno,” ella dijo, “leo las páginas con los avisos de nacimientos, y oro por los bebés que han nacido; luego leo los matrimonios y oro para que sean felices y fieles; y luego leo los obituarios, y oro para que el consuelo de Dios pueda llegar a esos hogares afligidos.”
Dicha joven no estaba lejos del Reino. ¿Por qué? Porque ella había descubierto el espíritu de la compasión amorosa. Compasión amorosa – Jesús lo llamó el signo más significativo del discipulado. En el Evangelio de Juan, él lo dijo de esta forma: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben de amarse los unos a los otros. De este modo todos sabrán que son mis discípulos…” (Juan 13:34-35) Tan hábil como una aguja magnética que apunta hacia el norte, de igual forma el corazón de Jesús inmediatamente se centra en la persona más necesitada en la multitud.
El poeta lo expresó de la siguiente forma:
El amor en tu corazón no se pone allí para quedarse;
El amor es amor hasta que lo regales.
Oremos: Dios de amor, tú que tienes el mundo entero en tus manos, proclamamos ser una nación bajo tu guía, y que tú eres Aquel en quien confiamos. Estamos conscientes que nos has llamado a que te amemos y a que nos amemos los unos a los otros, y oramos para que nos recuerdes de nuevo dicho amor, para que pueda ser amor tiene que ser expresado en acciones. Concédenos corazones de compasión amorosa. En el nombre de Jesús. Amén.
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Hace muchos años, un amigo me envió un correo electrónico titulado “Dios no preguntará…” Se lee:
Dios no te preguntará qué tipo de vehículo manejabas, pero él te preguntará a cuántas personas transportaste que no tenían medio de transporte.
Dios no te preguntará por la ropa que tenías en tu armario, pero él te preguntará a cuantas personas ayudaste a vestir.
Dios no preguntará cuántas posesiones materiales tenías, pero él te preguntará si te controlaban tu vida.
Dios no preguntará cuál era tu salario más alto, pero él te preguntará si comprometiste tu forma de ser para obtenerlo.
Dios no preguntará qué hiciste para proteger tus derechos, pero él te preguntará qué hiciste para proteger los derechos de los demás.
Dios no te preguntará por el color de tu piel, pero él te preguntará sobre el contenido de tu carácter.
La lista continúa, pero tienes la idea. Martin Luther King Jr. dijo una vez: “Somos propensos a juzgar el éxito por el índice de nuestros salarios o el tamaño de nuestro automóvil, en lugar de por la calidad de nuestro servicio y la relación con la humanidad.”
A medida que reflexionamos sobre nuestras vidas, que podamos pensar de nuevo sobre cómo juzgar el éxito.
Oremos: Dios de amor, se nos dice con frecuencia, de tantas maneras diferentes, que encontraremos gozo y felicidad al tener más. Hemos sido decepcionados una y otra vez. El día de hoy, recordamos que la verdadera alegría y el significado se descubren principalmente en las relaciones, la generosidad y el servicio a los demás en una vida dada por ti. Reúnete con nosotros este día dondequiera que estemos en el viaje de la vida. Te lo pedimos en el nombre de Cristo. Amén.
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En un escrito titulado “The Echo of Hate” (El Eco del Odio), está la historia de un niño que estaba recorriendo Rocky Mountains (Las Montañas Rocosas) con su mamá. Él había estado comportándose mal y su mamá estableció las reglas y lo castigó. En respuesta, él corrió hasta el borde del acantilado y gritó: “¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!” y regresó un eco, “¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio!”
Tomado por sorpresa, esto asustó al niño. Corrió hacia su mamá y sollozó: “Hay un hombre allá que me odia.” La madre tomó a su hijo de la mano y lo llevó de vuelta al borde del acantilado. Ahora, dijo ella: “Esta vez grita, ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!” Mientras obedecía a su madre, las palabras dulces y claras regresaron, “¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo!” “Lo que damos,”, dijo la madre sabia, “es exactamente lo que recibimos.”
Es tan cierto, ¿verdad que sí? La tercera ley de física de Newton establece: “Por cada acción, habrá una reacción igual y opuesta.”
El apóstol Pablo lo expresó de esta manera: “…cosechas lo que siembras.”
No hay duda de que cuando sembramos semillas de bondad, generosidad y amor. Ellos crecen. Se multiplican. Y a su debido tiempo, los recibimos de vuelta en gran manera.
Oremos:
Amado Dios, te pedimos que hoy nos saques cualquier semilla de amargura, ira u
odio. Reemplázalos con tu misericordia y amor. Y luego, cuando estemos tan
llenos, ayúdanos a compartir esa misma gracia en palabra y acción con cada
persona que nos encontremos hoy. Y que podamos encontrar que es en dar que
recibimos. Amén.
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En el séptimo capítulo de su libro, el profeta Miqueas describe el triste estado de las cosas del mundo que lo rodea: La gente piadosa ha sido eliminada del país; reina la injusticia y la corrupción, las familias se están desmoronando de la unión.
A pesar de todo esto,
en el versículo 7 él dice: “Pero yo he puesto mi esperanza en el Señor; yo
espero en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios me escuchará!”
Tan a menudo nos encontramos en medio de la oscuridad – vemos a niños hambrientos en nuestras comunidades, escuchamos sobre la pérdida de vidas entre nuestros soldados, recibimos un diagnóstico malo, nos preocupamos por nuestros trabajos o por nuestros padres o por nuestros amigos. Durante estos momentos oscuros, puede ser fácil caer en la amargura o el cinismo o la desesperación.
El profeta Miqueas nos anima. Él no ignora los
problemas ni finge que no son reales. No. Él los expresa. Él se lamenta. Pero
luego nos muestra el camino a seguir – el camino de la esperanza.
En un estudio Bíblico reciente de los miércoles
por la noche, se le animó a nuestro pequeño grupo a compartir con Dios en
oración exactamente lo que había en nuestros corazones. A veces pensamos: “Dios
ya sabe a lo que me enfrento. Dios ya sabe lo que estoy pasando.” Lo cual es
bastante cierto. Sin embargo, algo poderoso nos sucede cuando somos capaces de
pronunciar nuestro lamento, de nombrar nuestra oración, de abrir nuestro
corazón.
En los momentos difíciles de la vida, las
palabras de Miqueas nos invitan a ir hacia Aquél que ha prometido escucharnos,
compartir lo que está en nuestro corazón y luego esperar con confianza.
En el Nuevo Testamento, Santiago nos recuerda: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes.
Oremos: Dios de Gracia, todos conocemos los sentimientos de ansiedad y de estrés. A menudo sentimos el dolor del mundo que nos rodea. Es parte de nuestra humanidad compartida. Oro hoy especialmente por aquellos que te necesitan cerca. Danos a cada uno de nosotros el valor para enfrentar nuestros miedos, e incluso nombrar nuestros miedos. A pesar de las tinieblas, ayúdanos a confiar en ti. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén
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